Descripción
Sweete Musicke of Sundrie Kindes
Música de consort inglés de los siglos XVI y XVII
En la década de 1530, los hermanos Bassano, procedentes de Venecia, fueron recomendados al rey Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547) como músicos, compositores y constructores de instrumentos. En su correspondencia con la Corte inglesa, el embajador de Enrique VIII en Venecia, Edmund Harvel (fallecido alrededor de 1550) escribe:
“Se trata de cuatro hermanos, todos ellos excelentes y considerados superiores a cuantos hay en esta ciudad. Por ello, espero que sean muy del agrado de Su Majestad el Rey y de Su Señoría, ya que, según tengo entendido, también vos disfrutáis de la buena música, y no de la ordinaria y vulgar. Además, no será pequeño honor para Su Majestad tener música comparable a la de cualquier otro príncipe o, posiblemente, incluso mejor y más variada. Y dado que estos hombres son pobres y no se podrían permitir un viaje tan costoso sin una ayuda económica para cubrir tanto sus gastos personales como el transporte de sus instrumentos y otras necesidades, les he hecho entrega de 160 coronas de oro…”.
El mismo rey Enrique VIII mostró una gran pasión por la música durante toda su vida, y tenía un talento especial para instrumentos como el laúd, el clave, el virginal y las flautas dulces y traveseras. Frecuentemente entretenía a su corte cantando e interpretando sus propias composiciones.
Es difícil averiguar la fecha exacta en que los hermanos Bassano visitaron la corte de Enrique VIII en Londres por primera vez. Al parecer, fueron y vinieron varias veces antes de establecerse definitivamente en Inglaterra en 1539. Los Bassanos fundaron un quinteto de flautas al que más tarde se unió Augustine Bassano (fallecido en 1604). Así se formó un grupo de seis flautistas de cuyo núcleo formaron parte varias generaciones de Bassanos, hasta que desapareció como consecuencia de la unificación de todos los conjuntos de instrumentos de viento de la corte en la década de 1630.
El repertorio de este “real conjunto de flautas” consistía en fantasías, danzas y arreglos instrumentales de motetes y madrigales. El conjunto, como relata Augustine Bassano en un documento de 1564, estaba “obligado a actuar diariamente ante Su Majestad la Reina”. Los conjuntos instrumentales amenizaban y solemnizaban una gran variedad de actividades en la corte, y daban empleo a muchos músicos y compositores profesionales.
La música para conjunto instrumental también sonaba con frecuencia en el teatro, donde la instrumentación solía escogerse de acuerdo con el valor simbólico de cada instrumento. Las cuerdas, entre ellas las violas da gamba y los violines, representaban la armonía, la unidad y la concordia. Los instrumentos de lengüeta se asociaban con la hechicería y solían incluirse en escenas de maldad. El suave y aterciopelado sonido de las flautas dulces y traveseras, a veces descrito como “still music” o “música callada”, acompañaba las escenas con un elemento sobrenatural o simbolizaba en ocasiones a la muerte.
En el Renacimiento tardío numerosos músicos y escritores ingleses describían la dulzura de la música coral, el órgano y la música de conjunto. La dulzura (“sweetness”) se consideraba fundamental para juzgar la calidad de una interpretación musical. En el diario del teniente Hammond, un oficial militar de Norwich que realizó una gira por 26 condados entre 1634 y 1635, encontramos pruebas de la calidad de la música en las catedrales inglesas. Hammond describe una y otra vez las maravillosas voces e incomparables interpretaciones al órgano o con instrumentos que tuvo oportunidad de escuchar en sus visitas a las diversas catedrales, donde “todas las partes creaban una armonía melodiosa y celestial, capaz de deleitar el oído del espectador”.
Sin duda, en el Miserere de Mallorie que abre esta grabación se busca la creación de una dulce armonía. Las diversas voces se imitan mientras acompañan a un cantus firmus que transforma sabiamente las palabras “Miserere mei” en una secuencia rítmica repetitiva. La obra de Mallorie se encuentra en un manuscrito conservado en la Biblioteca Británica de Londres, cuyo título es A booke of In nomines and other solfainge songs of V, VI, and VII parts for voices or instrumentes. Se trata de un libro con la notación dispuesta de forma que cada músico puede leer su parte desde un lado de la mesa. La colección incluye una gran variedad de fantasías, in nomines y arreglos sin texto de motetes, himnos y canciones.
La colección, fechada alrededor de 1578, también incluye A Songe called Trumpetts de Robert Parsons y Hackney de Clement Woodcock. Ambas piezas son interesantes ejemplos de música programática renacentista. A Songe called Trumpetts presenta una mezcla de ritmos y toques de trompeta que el ejército inglés podría haber tenido en uso en aquella época. El Hackney, o carruaje público de alquiler, está documentado desde finales del siglo XVI. En algunos barrios de Londres había tantos que se hizo necesario establecer normas para regular sus servicios, dados los crecientes problemas de vandalismo asociados con estos vehículos. Muchos hombres y sus caballos resultaban heridos mientras deambulaban por las oscuras calles de regreso a casa tras una noche de alcohol.