Descripción
Los doce músicos de Iriarte
Músicos en el poema de un ilustrado
Los doce músicos de Iriarte. Para entender el gusto de Tomás de Iriarte se puede partir de su admiración por la obra de Anton Raphael Mengs. Y quizá, el cuadro más representativo de este pintor es Júpiter y Ganímedes. El falso histórico que hizo pasar por pintura de la antigüedad consiguiendo convencer al teórico del arte Winckelmann de que la técnica de pintura al fresco estaba perfeccionada ya en la época clásica. Lo interesante de esta obra es que no recoge el momento exacto del beso entre el dios y su amado, sino que representa la intención del mismo.
El arte clásico se basaba en sugerir, en persuadir e invitar a la reflexión sutilmente («empeñar», dirá Iriarte), mediante la insinuación. A diferencia de lo que ocurría en el barroco y su necesidad de mostrar con crudeza cada escena. Esta era la clave de la estética clásica y del gusto del siglo XVIII por la antigüedad. Para Iriarte, Mengs era a la pintura lo que Horacio a la literatura y lo que Haydn a la música. Estos nombres resumen el ideal del gusto ilustrado recogido en el poema didáctico La música, terminado en 1779 y publicado un año después.
Los doce compositores españoles protagonistas de este disco aparecen mencionados en el Canto III del poema, el central, la clave de bóveda, titulado «dignidad y uso de la música y especialmente el que tiene en el templo». Los dos cantos primeros (amén del inexcusable prólogo con la justificación del poema) se destinan respectivamente a una explicación didáctica de los elementos del lenguaje musical y a la expresión musical de los afectos. El cuarto y quinto se centran en la música teatral y la música instrumental practicada en sociedad.
Así pues, el tercer canto se centra en la música sacra, el género más identificado con los fundamentos técnicos: la polifonía y el contrapunto. Los doce músicos fueron probablemente elegidos por Iriarte por destacar en su dominio de esos «elementos del arte músico» explicados en el primer canto. Vienen a ser como la perspectiva, el diseño y el color en la pintura.
Si ordenamos a los doce por su fecha de muerte, tenemos además una cadena de tres siglos de cultivo polifónico que se remonta a Cristóbal de Morales (ca. 1500-1553). Su importancia como compositor es muestra el que sus obras permanecieran como repertorio de la capilla papal y de muchas catedrales españolas y americanas hasta el siglo XVIII. Su importancia como modelo no fue menor. De hecho, la obra aquí elegida, Exaltata est sancta Dei genitrix inspiró al segundo de nuestros iriárticos, Francisco Guerrero (1528-1599) en al menos tres motetes, como ha demostrado Owen Rees.
El interés del motete de Morales radica en el uso de una especie de soggetto ostinato, la melodía de la antífona del Magnificat Virgo prudentissima. Se escucha repetidas veces en las voces superiores (aunque a distintas alturas) durante la segunda parte de la obra. Tomás Luis de Victoria (1548-1611) cierra la triada de polifonistas nacidos en España durante el siglo XVI que siempre han permanecido en el canon de la Música Vocal Sacra. Los doce músicos de Iriarte.
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