Descripción
IM-POSIBLES
Tañer
Belisana Ruiz, guitarra barroca
Sara Águeda, arpa de dos órdenes
Pere Olivé, percusión
El arpa de dos órdenes y la guitarra barroca fueron dos instrumentos que tuvieron una gran soberanía en la península ibérica durante el siglo XVII. Sin olvidar el maravilloso legado que nos dejó Antonio de Cabezón y los grandes vihuelistas del siglo XVI (Alonso Mudarra, Miguel de Fuenllana, Diego Pisador, Luys de Milán, Luis de Narváez…), el extenso patrimonio musical que tienen en su haber estos dos instrumentos en el siglo XVII, habla por sí solo de su práctica. Aunque su rol principal era acompañar la voz, incluso los propios instrumentistas se acompañaban al canto, son numerosos los tratados con música instrumental que contienen canciones, danzas, fantasías, tientos, pasacalles…
En el caso de la percusión contamos con menos información tratadística en lo referente a su práctica y manera de tañer, pero las obras pictóricas y las referencias de su uso en los propios versos de las obras de nuestro teatro del Siglo de Oro argumentan con solidez la importancia de su presencia en este periodo, como también ocurre con el arpa y la guitarra:
… cuando veo venir gran ruido de guitarras. Alegreme un poco. Tocaban todos pasacalles y vacas. ¿Qué me matan si no son barberos? Ellos que entran. No fue mucha la habilidad de acertar, que esta gente tiene pasacalles infusos y guitarra gratisdata. ¡Era de
ver puntear a unos y rasgar a otros!
(Sueño de la Muerte, Francisco de Quevedo)
… y si alguna vez, por recrear el ánimo, estos ejercicios dejaba, me acogía al entretenimiento de leer un libro devoto o tocar una arpa, porque la experiencia me mostraba que la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.
(El Quijote I, XXVIII, Miguel de Cervantes)
Cuando Presiosa el panderete toca
Y hiere el dulce son los aires vanos
Perlas son que derrama con las manos,
Flores son que despide de la boca.
(La Gitanilla, Miguel de Cervantes)
La música invadía las calles, amenizaba las fiestas y brillaba en los oficios religiosos y teatros. Los corrales de comedias eran los sitios favoritos para este repertoriodesenfadado y creativo donde todos podían participar, improvisar y vibrar como si de una “jam session” se tratara.
Las danzas tenían un común denominador; el bajo, y los diferentes instrumentistas, que en su mayoría eran compositores, hacían diferencias sobre las famosas melodías de las danzas. De hecho en muchas ocasiones, como pasa por ejemplo en Compendio numerosa de zifras harmónicas con teoría y práctica, para harpa de una orden, de dos ordenes y de organo del arpista castellano (1702), Diego Fernández de Huete, o en Instrucción de Música sobre la guitarra española (1674) de Gaspar Sanz, aparecen las diferencias a modo de ejemplo en pocos compases, indicación que nos señala que claramente la continuación de las piezas debía ser improvisada.