Descripción
Francisco López Capillas
Missa Re Sol. Missa Aufer a nobis. Motetes.
En el lejano año de 1969 Thomas Stanford y Lincoln Spiess publicaron un libro dedicado a los archivos de México que contenían música del periodo colonial. Junto a una útil –aunque incompleta– reseña de cada archivo incluyeron una lista de los compositores representados. No habiendo encontrado apenas autores de la llamada escuela franco-flamenca, ambos investigadores recurrieron a un compositor local, Francisco López Capillas (1614-1674), a quien no dudaron en bautizar con el sobrenombre de “Ockeghem de México” en virtud del interés técnico de su polifonía y las esotéricas leyendas plagadas de simbolismo y erudición que acompañaban los cánones de sus misas.
Transcurridas más de cuatro décadas desde aquel bautismo historiográfico, esta grabación monográfica con dos de sus misas parodia, Re Sol y Aufer a nobis (ambas a cuatro voces) y algunos de sus motetes, pretende ser un homenaje en el tiempo y la distancia al que, sin lugar a dudas, es uno de los compositores criollos más talentosos del siglo XVII americano en su conjunto, con ocasión de celebrarse este 2014 el cuarto centenario de su nacimiento. Como sede de la grabación se utilizó un espacio de resonancias americanistas, el Santuario de Nuestra Señora de Loreto, en pleno Aljarafe sevillano, que sirvió como centro de formación a muchos misioneros franciscanos destinados a las Indias.
Al margen del interés propiamente musical de las dos misas, fonográficamente inéditas hasta la fecha, la grabación presenta el mismo aliciente del concierto de diciembre de 2013, en el marco del XVII Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, que originó el presente registro: su interpretación a partir de una reproducción facsimilar del manuscrito original –leyendo directamente de la notación mensural blanca–, la ubicación conjunta de voces e instrumentos del mismo registro (y no separándolos físicamente en dos grupos, como es tradicional) y la disposición general del conjunto en torno a un facistol, recreando así una práctica histórica hoy perdida con importantes consecuencias sonoras.
Se aspira, por tanto, presentar una propuesta artística novedosa que descansa sobre una concepción distinta de la interpretación de la polifonía sacra, más cercana a lo que pudo ser el ideal sonoro y estético del siglo XVII.
Son sus fundamentos:
- Una deliberada linealidad en los tempi, pues cualquier alteración del tactus podría acarrear fuertes desajustes al leer desde un facsímil sin barras de compás.
- Un uso parco de las dinámicas, ya que la idea de volumen sonoro está implícita de manera natural en la propia polifonía a través del significado y declamación del texto, la conducción melódica y el adelgazamiento o densificación de la textura.
- El protagonismo dado al sonido de los ministriles, que no son un mero acompañamiento de las voces, sino que se sitúan con ellas en un plano de igualdad.
- Una sonoridad de conjunto robusta, compacta e integrada a nivel tímbrico, en la línea del ideal sonoro de una buena voz durante el siglo XVII, que era aquella “recia y que suena mucho” (Pedro Cerone, 1613) o con cuerpo “bastante” (Nasarre, 1723).