Descripción
Flores de Música
Obras y versos de varios organistas. Fray Antonio Martín y Coll.
Al Profesor Louis Jambou
En 1662, el organero franciscano fray Joseph de Echevarría construía un órgano de nueva planta para la iglesia de Santiago de Bilbao. Coloca aquí, por primera vez, un registro de corneta en ecos que, a diferencia de los echos de cornet franceses, puede tocarse desde el mismo teclado principal. El invento se vería perfeccionado unos años más tarde en el órgano de la catedral de Calahorra, construido en 1672, cuando esa misma corneta en ecos incorpe un mecanismo de “voy y vengo”, capaz de producir el efecto de alejar y acercar progresivamente las voces, produciendo un efecto de crescendo y decrescendo o “suspensión”.
La realización técnica de este recurso es simple, pero industriosa: los tubos correspondientes a este registro irán encerrados en una caja de madera cuya tapa puede abrirse o cerrarse a voluntad mediante un movimiento del pie o de la rodilla del organista. Poco después, hacia 1674-5 el fraile organero está en Alcalá de Henares, construyendo un órgano en el convento de San Diego. En este extraordinario instrumento no sólo habría ecos para la corneta, sino también para el clarín y para el flautado. Además, inventa un registro de clarines cuyos pabellones deben asomar en horizontal por la fachada, simulando la figura de “cañones de buque”. En los años sucesivos, estos ecos y los famosos “clarines en forma de artillería” se irán repitiendo en todos los órganos que fray Joseph de Echevarraía construye en la zona de Madrid, en el País Vasco y en la catedral de Palencia. Definen ya una nueva técnica y una nueva estética en el arte de la construcción de órganos en España.
Tras la muerte de fray Joseph, en 1691, sus discípulos expandirán esta técnica, primero por Castilla, Galicia y Portugal, luego por Andalucía, desde donde se exporta a México. A partir de 1730, prácticamente ningún órgano construido en territorio hispánico ignorará tales novedades, convertidas en señas de identidad del concepto “órgano ibérico” hasta nuestros días. Es indiscutible que ese proceso vino apoyado por la presencia de organistas capaces de poner en juego y en valor las novedades introducidas por los organeros. De modo que, paralelamente a la construcción de un nuevo tipo de órgano, se asiste a un proceso de creación de un nuevo tipo de música en el que clarines y ecos tienen relevante protagonismo. Entre las fuentes musicales relacionadas con esta nueva música y con los nuevos órganos creados en España a partir del último cuarto del siglo XVII, lo más importante en cantidad y calidad se encuentra en los conocidos manuscritos de fray Antonio Martín y Coll (1671-1734) conservados en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Fray Antonio fue monje profeso en el monasterio de San Diego de Alcalá, donde disfrutó de los clarines y de los ecos del famoso órgano construido por fray Joseph de Echevarría. En esta ciudad fue discípulo de Andrés Lorente (1624-1703), organista de la iglesia de los Santos Justo y Pastor. A partir de 1707, encontramos a fray Antonio Martín y Coll como organista en San Francisco el Grande de Madrid y en contacto directo, por tanto, con el ambiente musical de la corte del primer Borbón.
De los cinco volúmenes existentes de la colección manuscrita de fray Antonio Martín, el titulado “Flores de música. Obras y versos de varios organistas” (BNM, M 1357) lleva en portada la fecha de 1706 y contiene, en efecto, versos y obras variadas de diversos autores. Desgraciadamente, el copista sólo identifica a Xaraba y al violinista de la Real Capilla Francisco Paulo Capocio (activo en torno a 1680) como autores de sendas obras del manuscrito. Ciertas concordancias con otras fuentes sirven para identificar también a Andrés de Sola como uno de aquellos “varios organistas” cuyas obras copió fray Antonio, pero el resto de piezas se presenta como una cantidad ingente de música de autor anónimo. No obstante, a diferencia de lo que ocurre con los otros volúmenes copiados por fray Antonio Martín y Coll, el manuscrito M 1357 contiene principalmente piezas en ese estilo moderno relacionado con ecos y clarines. La datación de la música corresponde, por tanto, al periodo 1680-1710, con dos canales principales de procedencia: la escuela zaragozana y la Real Capilla. Ambos círculos musicales encuentran diversos puntos de confluencia precisamente en el entorno madrileño en torno a esas fechas.
Uno de esos puntos de confluencia lo definen Diego y Francisco Xaraba, sobrinos y discípulos de Pablo Bruna, el ciego de Daroca. Diego Xaraba ingresa como organista de la Real Capilla en 1677, donde permanece hasta su muerte en 1716. Francisco, que sucedió a su tío como organista en Daroca, llega también a la Real Capilla en 1687, anunque muere poco más tarde, en 1690. Por otro lado, fray Joseph Sanz, miembro de una saga de organistas de ascendencia aragonesa, a la que pertenecen igualmente Francisco y Juan, cuyos itinerarios resulta dificil establecer por el momento. Fray Joseph se formó también en Daroca. Fue organista al parecer en Sevilla, Toledo y Ciudad Real antes de llegar a la Capilla Real, donde está hasta 1691. Será,precisamente, el dedicatario del Arte de canto llano publicado por Fray Antonio Martín y Coll en 1714.
De otra parte, Andrés de Sola (1634-1696) había sucedido a su tío y maestro, José Jiménez, como organista de la Seo de Zaragoza. Allí será maestro, a su vez, de Sebastián Durón (1660-1716) quien, tras pasar por Sevilla y Burgo de Osma, ocupa la plaza de organista de la catedral de Palencia en 1686. Allí, Durón asiste al proceso de construcción del famoso órgano de fray José de Echevarría, actuando muy probablemente como asesor durante la obra. En 1691 llegará también a la Real Capilla, sucediendo en el puesto de organista a Joseph Sanz. Será luego maestro de capilla y rector del colegio de niños cantores, además de estar encargado de la organización de los espectáculos teatrales en el Buen Retiro y en Aranjuez.