Descripción
FERNANDO FERANDIERE (1740-1816). DÚOS Y TRÍOS
Juan José del Viso, flauta travesera barroca
Thomas Schmitt, guitarra de seis órdenes
Javier navascués, chelo barroco
En los siglos XVII y XVIII la flauta jugaba un papel importante en la vida musical, tanto privada como pública. Hallamos algunos flautistas que podrían considerarse máximos exponentes del instrumento, como Luis Misón (1727-1766), nacido en Mataró y fallecido en Madrid, músico perteneciente a la Real Capilla de Madrid y a la Orquesta del Coliseo del Buen Retiro, entre los años 1747-1758, además de a los Reales Sitios de Aranjuez, del que destacan las seis sonatas para flauta dedicadas al Señor Duque de Alba. Por otro lado, José Herrando (1720-1763), ilustre violinista de la Corte, publicó una sonata para flauta travesera en La Mayor, que es quizás una de las piezas más características de la sonata preclásica en la España del periodo central del siglo XVIII. Aunque la
ciudad de Madrid, por la presencia de la corte, fue el gran catalizador de las modas y centro del comercio musical español, la flauta se extendió a las más importantes ciudades españolas.
Durante el llamado Siglo de las Luces encontramos la flauta no solo en ámbitos cortesanos, sino también en conciertos públicos; por ejemplo, en “la solemne academia vocal e instrumental en la Sala Común de San Jaime” que se daba el día 13 de julio de 1807 en Barcelona donde “fue también muy aplaudido un concierto de flauta que sonó el señor Justino Yan, joven francés.” (BRUGAROLAS, 2019: 185) Por otra parte, era también un instrumento doméstico (con un rol similar al de la guitarra o el piano) que permitía reproducir la música “actual”, sobre todo la de las óperas, en un ambiente más bien privado y personal. Anuncios como el siguiente del Diario de Barcelona (del 11.2.1819) son recurrentes en la prensa histórica: “En la calle Jerusalén, número 64, se venden […] varias piezas de música para este instrumento [la flauta], entre las cuales se cuentan unos 40 duetos para dos flautas, un libro de variaciones, y unos 80 valses y contradanzas y muchas arias para dos flautas de las óperas que se han representado en este Teatro desde el año 1815 y otras tocatas.” (BRUGAROLAS, 2019: 241) Junto a esta práctica musical de llevar a la esfera privada la música pública (lo que anticiparía posteriormente la función de la radio), encontramos un empleo bastante flexible de la flauta y del violín. Es decir, lo que prevalecía no era la idiomática de los
instrumentos, pues evidentemente uno de cuerda tiene características y posibilidades diferentes que uno de viento. Más bien primaba la posibilidad de poder vender más música, es decir, de esta manera la misma partitura era accesible para dos
destinatarios diferentes, los flautistas y los violinistas. Así se puede ver en los siguientes anuncios: “En la Librería de Manuel Quiroga, calle de la Concepción se hallan […] un rondó y una marcha para dos flautas o violines con bajo ad lib.” (Diario de Madrid, 29 de agosto de 1788, ACKER, 2007: 84). O en octubre del mismo año se anuncian un
“rondó a 3 rs., para vandolín [sic], flauta o violín con segundo y viola a 11 rs.” (ACKER, 2007: 84).
Por tanto, es evidente que la transversalidad del repertorio entre flauta y violín era una realidad musical. Y en este sentido no podemos hoy en día quejarnos del poco repertorio para flauta, pues en principio un músico tenía a su disposición todo el repertorio del violín, y probablemente el de otros instrumentos. En el archivo de la colección de música de la casa Navascués se encuentran innumerables obras, tanto sonatas como tríos de flauta, violín y bajo del anteriormente citado Luis Misón, además de algunas obras de Tomás Garcín (sonatas para flauta y tríos); en muchos de estos casos los tríos se podían interpretar con la flauta o el violín, como es el caso de los cinco tríos de Fernando Ferandiere. En este sentido la música aquí grabada con la flauta en vez del violín no sería ninguna excepción. Por qué los flautistas del XVIII
no son tan conocidos hoy en día como los teclistas, merecería una investigación más profunda (véase MARTÍN, 1985). Pero sin duda la flauta era un instrumento fundamental en el siglo XVIII, interpretada en la esfera pública a menudo por grandes
músicos. Esperamos, por tanto, contribuir al repertorio flautístico con algunas obras sustanciales que iluminen de esta manera una práctica musical hoy en día poco conocida.