Descripción
FANDANGO DE SEVILLA
Obras inéditas para guitarra
Thomas Schmitt, guitarras de 5 y 6 órdenes
La popularidad de la guitarra en los siglos XVIII y XIX es obvia si tenemos en cuenta las abundantes partituras conservadas en los archivos; aún más si echamos un vistazo a los anuncios en la prensa histórica, como el Diario de Madrid o de Barcelona, donde se promocionan permanentemente nuevas piezas, se venden o se buscan instrumentos, se ofrecen clases de música para guitarra o servicios como copiar las partituras y transcribirlas en tablatura. Pero no solo la guitarra (aunque probablemente más que otros instrumentos) produjo este microcosmos cultural en el que se fusionan lo estético con lo comercial: la situación es similar en otros instrumentos, como el violín o el teclado. Quizá sea la guitarra diferente debido a que su repertorio conservado, transmitido por notación en forma de ediciones manuscritas, se mezclaba con una tradición oral más difícil de recuperar (un ejemplo significativo sería el Fandango de Sevilla que se ha grabado aquí), lo que produjo una riqueza estilística particular y única.
Las piezas de este CD de la Biblioteca Musical de la Casa de Navascués (BMCN), grosso modo, muestran lo que ya conocemos del repertorio guitarrístico: se trata de sonatas con un solo o varios movimientos, variaciones sobre temas o bailes de salón; piezas musicales que consumía una élite social, una burguesía adinerada. Además, esta música cumplía perfectamente con las “exigencias” que solían hacerse: era entretenimiento para el ocio (evidentemente subordinado a la actividad profesional), no demasiado difícil para ser interpretado por los aficionados y aficionadas y representaba también el ideal estético de la Ilustración: una melodía predominante, bien estructurada en su sintaxis y con progresiones armónicas estandarizadas – todo ello como si fuera un producto de la naturaleza. La idea del opus, de la composición creada por un genio que da – como dijo Kant – la reglas al arte (y que no cumple con las normas o el canon estético) no es evidente; aún prima, para decirlo de esta manera, la previsibilidad, el estándar o la norma en la composición (quizás aquí y allá surgen algunas ingeniosidades, como, por ejemplo, en la sonata de Ferandiere).