Descripción
Alla dolce ombra
Música Poética del Renacimiento Italiano y Austro-Alemán
“Habéis de saber que todos los instrumentos musicales, en comparación con la voz humana, son inferiores a esta. Por este motivo, debemos procurar aprender de ella e imitarla…del mismo modo que un pintor imita la naturaleza con el uso de distintos colores, un instrumento puede emular la expresión de la voz humana variando el flujo del aire y matizando el sonido con las digitaciones apropiadas…”
Sylvestro Ganassi: Opera Intitulata Fontegara, Venecia 1535.
Durante la primera mitad del siglo XVI, los consorts de flautas arraigaron en numerosas cortes europeas. La creación de familias completas de instrumentos se tradujo en una rica variedad de obras para conjunto, escritas por los compositores más célebres del Renacimiento. Hasta la década de 1550, la flauta dulce fue utilizada fundamentalmente para doblar a las voces humanas, lo que explica la existencia de una gran diversidad de modelos, en correspondencia con las distintas tesituras vocales. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, la música instrumental se independizó gradualmente de la vocal, formándose grupos exclusivamente instrumentales. La ilustración de un famoso juego de flautas, probablemente construido en el taller de los Bassano en Londres, aparece en la enciclopedia Harmonie Universelle, de Marin Mersenne, publicada en París en 1636.
Mersenne explica cómo las flautas alto, tenor y bajo “forman el registro pequeño, así como los modelos más graves forman el registro grande; si bien todas ellas pueden sonar a la vez, como los registros grandes y pequeños de los órganos” En su libro Syntagma Musicum, escrito en 1618, Michael Praetorius describe un juego completo de flautas dulces [Stimmwerck], compuesto por veintiún instrumentos de ocho tamaños distintos, desde la “Garklein Exilent” (de unos 15 cms.) hasta el “Gran bajo” (de unos 2.60 metros). Tal conjunto podía comprarse en Venecia por “ochenta táleros”. En esta grabación, un conjunto de instrumentos de cuerda pulsada completa al grupo para la interpretación de danzas, fantasías, madrigales y sonatas. El laúd fue probablemente el instrumento más popular en el Renacimiento: obras tanto a solo como de conjunto aparecen en numerosos manuscritos y tablaturas. Una explicación alternativa para la presencia del salterio es el verbo latino psallo, cuyo significado medieval más común era “cantar un himno o un salmo”. El contraste entre los instrumentos de cuerda pulsada se acentúa gracias al uso de un arpa española de cuerdas cruzadas y un arpa triple italiana.
Las convenciones interpretativas del momento permitían a los instrumentistas ornamentar música compuesta de antemano. De acuerdo con su propio gusto, los músicos aplicaban disminuciones a una melodía base dentro de un motete, madrigal o chanson. Las disminuciones sustituían las notas largas de una composición por fórmulas más rápidas, para conseguir variedad melódica. A pesar de los cambios significativos en las formas y estilos musicales, esta práctica todavía perduraba en el Barroco temprano.
La colección instrumental Banchetto musicale (1617) de Johann Hermann Schein supone un punto culminante en la historia de la suite. Hay veinte juegos numerados de “pavanas, gallardas, courantes y allemandes, arregladas de tal forma que se relacionan unas con otras en modo e invención”, por citar la descripción del propio Schein. Las suites pueden tocarse “con cualquier instrumento” y fueron compuestas probablemente para amenizar cenas.
En las colecciones de Giovanni Antonio Terzi, Giorgio Mainerio y Antonio Gardane, el término ballo se aplica a diversas danzas populares como pavanas, gallardas y saltarellos, intepretadas con instrumentos. Los escritores renacentistas fundamentaban la expresividad de la danza trazando analogías entre ésta y la oratoria. Antoine Arbeau, en su Orchésographie de 1588, insiste en la relación entre música y movimiento y llama a la danza “una especie de retórica callada”.
“Es esencial que el movimiento de los miembros sea acorde al fraseo de los instrumentos musicales, y jamás debería ocurrir que el pie hable de una cosa y el instrumento de otra. Pero en primer lugar y ante todo, las autoridades sostienen que la danza es una especie de retórica callada en la que el orador, sin decir una sola palabra, puede hacerse entender a través de sus movimientos y convencer al público de que se siente alegre, y de que es digno de ser alabado, amado y respetado…”
La Sonata a 7 Flauti de Johann Heinrich Schmelzer y la Sonatella de Antonio Bertali muestran una instrumentación única, pues fueron compuestas para consort de siete y cinco flautas respectivamente. Ambos compositores trabajaron en la corte imperial austriaca en Viena, y establecieron también contacto con la capilla de la corte del Príncipe Obispo de Olumouc en Kromeriz, Moravia, a quien probablemente dedicaron estas obras. El estilo enraíza en la tradición italiana del primer Barroco. Tras ser casi completamente destruida por el ejército sueco en 1643, Kromeriz comenzó a recuperarse en la segunda mitad del siglo XVII. Las únicas copias que se conservan de la obra de Schmelzer se encuentran todavía en la Biblioteca de la Universidad de Upsala, Suecia.