Desde que Higinio Anglés iniciara la edición de la Cabanilles en 1927, la música de Opera omnia de este valenciano universal ha sido objeto de interés de numerosos intérpretes y musicólogos. Sus aportaciones individuales, aunque con objetivos y orientaciones diversas, han colaborado a formar una idea más precisa de su extensa producción musical (unos 200 tientos, toccatas y diferencias y más de mil versos). De manera que hoy, casi un siglo después, puede afirmarse que nuestro conocimiento de este repertorio resulta indiscutiblemente superior al de tiempos pasados.
Pero, a pesar de todo, Cabanilles sigue siendo un gran desconocido y, en gran medida, un incomprendido. Sus formas caprichosas son juzgadas a menudo como demasiado prolijas o insustanciales, algo sólo explicable por la carencia de análisis detallados tanto de la morfología de las obras como de sus problemáticas asociadas. Como consecuencia, los intérpretes parecen seguir aferrados sólo a unas pocas piezas favoritas, ofrecidas una y otra vez en conciertos y grabaciones. Hay que considerar, por otro lado, la dificultad de acceso a algunas de las fuentes y, en fin, la dificultad que representa manejar (y dominar) un número tan grande de piezas. Todos estos factores dificultan una verdadera visión de conjunto de este repertorio e impiden, en gran medida, la justa puesta en valor de Cabanilles en el panorama de la música europea de su tiempo.
En efecto, sólo un análisis detallado de las obras de Cabanilles permite descubrir su superior dominio del contrapunto y de la escritura canónica, así como su aventajado uso de la disonancia, dentro de estructuras formales nunca exentas de variedad. La fecunda imaginación de Cabanilles permite la construcción de obras de notable extensión, dentro de un estilo bastante abstracto que, a pesar de todo, exhibe siempre una amplio rango dinámico y una notable carga emocional. La música para teclado de Cabanilles ha llegado hasta nosotros a través de una serie de manuscritos, ninguno de ellos autógrafo, que, en general, resultan bastante problemáticos en muchos aspectos. Esos problemas arrancan desde el momento mismo de la fijación del texto musical, y no sólo por lo que respecta a la aplicación de la semitonía, bastante errática en algunas de esas fuentes. En muchos casos existen mutilaciones o alteraciones del discurso musical por omisión de compases o desplazamiento de las voces. Los errores en la lectura de las notas, tanto en cuestiones de duración como de altura, son igualmente muy frecuentes. Estos detalles no siempre han sido convenientemente detectados y corregidos en las ediciones modernas. Por ello, para la realización de este proyecto ha sido necesario volver a acudir a los manuscritos originales con una visión crítica, realizando las transcripciones pertinentes conforme a nuestros propios criterios editoriales.